CONCIENCIA DEL YO
Lo que se me revela es lo que es importante para mí, lo que me incumbe. Toda persona debe preocuparse y ocuparse de sí misma, de convertirse en un todo evolucionado.
Tenemos lecciones que aprender... todos nosotros. Hay que aprenderlas una a una por orden. Sólo así podremos saber qué necesita la persona que tenemos cerca, qué le falta o qué nos falta a nosotros para ser un todo evolucionado.
Comprender la naturaleza del yo, del yo verdadero, que es inmortal. Darnos cuenta de eso nos ayudará a ver siempre las cosas desde la perspectiva adecuada.
Conocernos, para poder ver claramente, sin las distorciones de la mente consciente o del subconsciente.
Conozcamos nuestras ideas, nuestras suposiciones y seamos conscientes de que puede que las hayamos adoptado sin cuestionarlas. Las suposiciones erróneas arraigadas en el pasado, ocasionan una percepción distorcionada de la realidad. La experiencia tiene mucha más fuerza que las creencias. Aprendamos de nuestras experiencias. Descartemos las creencias y los pensamientos caducados.
La felicidad nace en el interior de las personas. No depende de cosas externas o de otra persona. Cuando nuestra sensación de seguridad y felicidad depende del comportamiento y los actos de los demás, nos volvemos vulnerables y podemos sufrir con facilidad. Nunca demos nuestro poder a nada ni a nadie.
Intentemos no apegarnos a las cosas. En el mundo tridimensional aprendemos gracias a las relaciones, no a las cosas.
Cuando dejamos nuestro cuerpo físico, nuestra alma progresa hasta dimensiones superiores llevandonos nuestros comportamientos, nuestras acciones, nuestros pensamientos y nuestro conocimiento. A través de la Terapia Regresiva podemos acceder a una esa vida para identificar los aprendizajes obtenidos.
La forma de tratar a los demás en las relaciones es infinitamente más importante que lo que hemos acumulado materialmente. Esta idea deberia ayudarnos a recapacitar si es necesario sobre nuestros valores.
La decisión consciente de elegir la senda del amor, es despertar a la verdad espiritual de que estamos formados por espíritu y alma, no sólo por cuerpo y cerebro. El alma es pura energía de amor.
A medida que nos vamos haciendo conscientes de nuestra naturaleza espiritual, reconocemos nuestra auténtica esencia. Somos inmortales y divinos.
Mi Consulta Psicológica
Ana Luisa López Pérez
Psicóloga
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