ACEPTACIÓN
Técnica para aliviar el sufrimiento
Es difícil aceptar lo que no quieres que sea verdad. Pero es aún más difícil no aceptarlo. No aceptar el dolor causa sufrimiento ya que este no es más que la interpretación que le damos a ese dolor y a las circunstancias que lo rodean. Ante situaciones de este tipo, es muy útil practicar la aceptación.
¿Qué es la aceptación – y qué no es?
Muchas personas creen que aceptar es ceder o ser blando. Incluso hay quienes creen que si no aceptan la realidad no experimentarán tanto dolor. Obviamente, están equivocadas.
Practicar la aceptación simplemente significa que estás reconociendo la realidad, que reconoces lo que sucedió o está sucediendo, porque luchar contra ello solo intensificará tu reacción emocional.
Aceptar no significa agitar una bandera blanca y darte por vencido. Al contrario, cuando aceptas la realidad tomas el mando porque puedes valorar si quieres o vale la pena cambiarla. Puedes decir: “Vale, esto es lo que está ocurriendo. ¿Cómo puedo gestionarlo?”
En otras palabras, la práctica de la aceptación no significa sumisión ni resignación pasiva sino que abre el camino a la resolución de los problemas. Si no te gusta algo, lo primero que debes hacer es aceptar que está ocurriendo porque si estás demasiado ocupado luchando contra esa realidad, no tendrás suficiente energía para cambiarla o mejorarla.
La aceptación es “reconocer con claridad lo que estamos sintiendo en el presente, de manera que podamos lidiar con esa experiencia con compasión”. Carl Rogers también se refirió a la aceptación: “La curiosa paradoja es que solo puedo cambiar cuando me acepto a mí mismo tal como soy”. Y hace ya varios siglos William James escribió: “La aceptación de lo que ha sucedido es el primer paso para superar las consecuencias de cualquier desgracia”.
La aceptación significa aceptar la vida sin resistirse a todo aquello que no podemos cambiar. Por tanto, implica decir sí a la vida, tal como es, tal como viene.
Cuando tienes un problema, puedes luchar contra la realidad juzgando la situación. Puedes luchar contra la realidad pensando: “No debe ser así”, “Debe ser de esta manera”, “No es justo” o “¿Por qué me ha pasado justo a mí?”
Sin embargo, combatir la realidad solo crea sufrimiento. Mientras que el dolor es inevitable en la vida, el sufrimiento es opcional. El sufrimiento es lo que te sucede cuando te niegas a aceptar el dolor. En el fondo, negar la realidad significa alimentar sensaciones de amargura, ira y resentimiento.
Los riesgos de negarse a aceptar la realidad
Las personas dicen a menudo: “No puedo soportarlo”, “No puede ser verdad" o “No debería ser así”. Es como si pensáramos que negarnos a aceptar la realidad evitará que sea verdadera.
Sin embargo, luchar contra la realidad es agotador, y no funciona. Rechazar lo ocurrido no cambia la situación sino que suma otras emociones negativas al dolor que ya sentimos.
Por supuesto, aceptar la realidad es difícil, sobre todo cuando es dolorosa. Nadie quiere experimentar dolor, decepción, tristeza o pérdida. Pero esas experiencias forman parte de la vida y cuando intentas evitarlas o resistirte, solo añades más sufrimiento al dolor.
La aceptación es una vía para dejar de sufrir y adoptar un papel más activo. Se trata de asumir que la vida está llena de experiencias que disfrutas y otras que no te gustan. De hecho, cuando te alejas o intentas evitar la tristeza y el dolor, también disminuye tu capacidad para sentir alegría.
La evitación de la realidad también puede dar pie a comportamientos autodestructivos como las adicciones, que pueden ser útiles para evitar el dolor a corto plazo, pero que a la larga solo empeoran la situación.
La aceptación te propone convertir tus pensamientos rumiativos en pensamientos de aceptación, como por ejemplo: “Estoy atravesando esta situación, es dolorosa y no me gusta, pero asumo que no puedo cambiar lo que ocurrió y sé que estaré bien”.
La aceptación requiere mucha práctica. No es fácil aceptar que el tráfico es una pesadilla, que ha comenzado a llover el día que querías ir a la playa o que te has enfermado justo antes de las vacaciones.
Sin embargo, practicar la aceptación en situaciones cotidianas te ayudará a prepararte para aceptar circunstancias más difíciles en la vida, como la pérdida de una persona querida, el diagnóstico de una enfermedad o un gran descalabro financiero.
Estas situaciones siempre serán difíciles y dolorosas, pero aceptarlas significa que puedes empezar a sanar. Resistirte a la realidad retrasa la curación y añade el sufrimiento al dolor que ya experimentas.
¿Cómo empezar a practicar la aceptación?
La vida te da muchísimas oportunidades para practicar la aceptación.
Comienza concentrándote en tu respiración. Céntrate en los pensamientos que vienen a tu mente sobre esa situación, pensamientos del tipo “no es justo” o “no podré soportarlo”. Analiza cómo esos pensamientos exacerban las sensaciones negativas y te hacen sentir peor. Toma nota de esos pensamientos y emociones y no te aferres a ellos, deja que pasen como si fueran nubes.
Repite en tu mente: “Es lo que es”. Repite ese mantra varias veces. Asume que lo que te molesta ya ha ocurrido, que forma parte del pasado y que ya no puede afectarte, lo que te afecta son los pensamientos y emociones que ha generado.
Además de aliviar el sufrimiento, otro beneficio de la aceptación es que pasarás menos tiempo pensando en el problema o la situación pues cuando asumes que no puedes cambiarla, tu cerebro comienza a “desconectarla”.
De hecho, a menudo las personas que practican la aceptación refieren sentirse más ligeras y aliviadas, como si les hubieran quitado un peso de encima.
OPINIÓN Y SUGERENCIAS
Mi Consulta Psicológica
Ana Luisa López Pérez
Psicóloga
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