TODO TIENE UNA RAZÓN DE SER
Hay momentos en los que, desde luego, uno quisiera
tirar la toalla cuando se van complicando más y más las cosas, cuando estamos tratando de
querer solucionar aquello que parece estar bloqueando, interfiriendo,
manipulando, desencuadrando o tirando por tierra la estructura de
nuestro día a día, que solemos tener bien organizada, y que nos
permite mantener la sensación de estabilidad y seguridad para los
quehaceres diarios.
Cuando esta estabilidad se
rompe por algún hecho o sacudida inesperada, la reacción de pánico, más o
menos sutil, suele saltar automáticamente, al ver cómo se desmorona,
estropean o cambian las cosas, cuando algo se nos viene abajo, cuando
todo cambia de repente, cuando mil cosas se rompen, etc. uno
se rompe la cabeza pensando, y actuando, para tratar de
recomponer aquello que vemos que se desmorona, o que ha cambiado, a
priori, contra nuestro parecer, intención o deseo de que así fuera.
Todo tiene una razón de ser, aunque no la veamos. Por
un lado, todo suceso de este tipo tiene su propia razón de ser, venga
ejecutado por lo que venga ejecutado, y sea cual sea la causa física del
mismo, al final hay un
propósito mayor que tiene que ver, como siempre, en la mayoría de los
casos, con el romper alguna estructura interna cuyo reflejo
externo en la materia es lo que termina rompiéndose, restructurándose o
cambiando a nivel físico.
El hecho de que suceda
así forma parte de los factores naturales de creación de la realidad
inherentes al ser humano, pero desconocidos en la mayoría de los casos
por la mente consciente, de forma que, al cambiar estructuras mentales y
emocionales, causales o etéricas en nosotros, su reflejo en el mundo
material que es siempre en forma de objetos, situaciones, proyectos o
eventos reflejará lo que está sucediendo interiormente en cada uno.
Si hay un cambio importante a nivel
emocional en ti, hay áreas de vida que puede, en mayor o menor medida,
según la potencia e intensidad de ese cambio, verse afectadas en el
plano físico.
Es así y no se puede evitar, aunque
se pueden minimizar los daños, a priori, ralentizando los procesos de
cambio interior, si somos conscientes de ellos, pero no se pueden anular
estos cambios en el mundo físico porque son efecto de los procesos de
creación de la realidad personal, inherentes a las leyes universales que
rigen todo lo que existe, y, de igual manera que todo empieza por
ideas, los mundos interiores del ser humano son los
responsables últimos del estado de la realidad individual de cada uno.
Así,
siempre que la realidad externa se desestabilice, al mismo
tiempo que corremos para arreglarlo, miremos hacia adentro para buscar
las estructuras que en nosotros mismos también estén cambiando, y
démonos tiempo para reajustarnos, minimizando los efectos colaterales teniendo paciencia, y no desesperando por el hecho de
querer sostener y mantener las cosas tal y como estaban, algo que,
quizás, en la mayoría de ocasiones, será difícil una vez
completados los cambios interiores, ya que si algo ha cambiado en la
estructura energética y psíquica de una persona, raro es que ahí fuera
la cosas puedan volver a ser como eran.
Mi Consulta Psicológica
Ana Luisa López Pérez
Psicóloga
Av. del Puerto Nº 81, Planta 6ª, Pta. 44.
Valencia, España. 46021.
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