sábado, 31 de diciembre de 2016

DESPERTAR A LA CONCIENCIA

DESPERTAR A LA CONCIENCIA

Estas fechas en su sentido más amplio y profundo es nacer a la conciencia de sí. El despertar puede ocurrir a los 20, a los 40 años, puede ocurrir en los últimos meses de la vida, catalizado por una enfermedad que logra lo que un divorcio, un accidente y diversos conflictos graves de relación no habían logrado, o puede no darse nunca.

Despertar a nuestro mundo emocional es comprendernos en nosotros, iluminarlo, es dar los pasos hacia la paz interior como condición previa, indispensable, de toda verdadera realización.

Sin paz interior no se puede llegar a la felicidad. Estas fechas es una maravillosa oportunidad de conexión interior.

Podríamos decir que iluminar nuestro mundo emocional es la tarea más importante de nuestro tiempo, hemos desarrollado el intelecto, tenemos una tecnología de vanguardia, sin embargo estamos muy lejos de la paz; las cifras de ansiolíticos, antidepresivos recetadas a miles de millones de pacientes en todo el mundo, la amplia necesidad de medicamentos contra el insomnio, las elevadísimas cifras de enfermedades vinculadas a la tensión en el plano físico como las coronarias, la proporción epidémica de contracturas musculares, los síndromes del sistema neurovegetativo que cursan con mareos y taquicardias que invaden los centros de asistencia primaria, son algunos ejemplos claros de esa falta de paz.

Sin embargo la paz es nuestra misma esencia, es la esencia interior. La paz es la esencia del Espíritu, del ordenamiento interior, del vacío que permite que la plenitud se revele en nosotros, en nuestras acciones, en nuestras palabras, en nuestros sentimientos, cuando despertamos a la realidad de nuestra humanidad. Espiritualizarnos es humanizarnos. Ese es el sentido.

En el silencio quizás más allá de oir podamos escuchar. Detengámonos aunque creamos no tener tiempo, si nos lo concedemos quizás podamos ver más allá de mirar. Si escuchamos y vemos, comprenderemos que nuestra propia vida será el más sagrado tesoro.

Eliminar las emociones de apego, permitiendo acceder a las emociones sublimes, las superiores, entre ellas el verdadero amor.

Iluminar las emociones es precisamente salir del egoísmo, la sensiblería, la indiferencia, la evasión, la rigidez y nacer a la sensibilidad. Es nacer a el amor en nuestro corazón; es así como damos testimonio de nuestra sensibilidad. Al nacer a nuestra sensibilidad nos humanizamos, accedemos a nuestra verdadera identidad. Nacer a nuestra sensibilidad nos permite comenzar a encarnar paso a paso el amor, ya no como un discurso intelectual que de nada sirve, sino como solidaridad en acción, cordialidad en las relaciones, honestidad en el carácter, compromiso responsable con el futuro.

La paz es fruto de un proceso interior, es la plena aceptación, esa aceptación conduce a la verdadera identidad, a la del que se acepta tal como es: único y original. El nacimiento permanente, el aprendizaje permanente, la fluidez total de la absoluta confianza en el potencial interior.

Confianza en nuestro potencial humano, es confianza en la vida. La confianza no es la ingenuidad de pedir o pretender una vida sin dolor, es la actitud madura de saber que el dolor nos enseña a valorar lo esencial, nos profundiza, pule nuestras aristas y nos acerca al Ser. El viaje es largo pero es la mejor alternativa.

 

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Ana Luisa López Pérez
Psicóloga

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