DESPERTAR A LA CONCIENCIA
Estas fechas en su sentido más amplio y profundo es nacer a la
conciencia de sí. El despertar puede ocurrir a los 20, a los 40 años,
puede ocurrir en los últimos meses de la vida, catalizado por una
enfermedad que logra lo que un divorcio, un accidente y diversos
conflictos graves de relación no habían logrado, o puede no darse nunca.
Despertar a nuestro mundo emocional
es comprendernos en nosotros, iluminarlo, es dar los pasos hacia la paz interior como
condición previa, indispensable, de toda verdadera realización.
Sin
paz interior no se puede llegar a la felicidad. Estas fechas es una maravillosa oportunidad de conexión
interior.
Podríamos decir que iluminar nuestro mundo emocional es la tarea más
importante de nuestro tiempo, hemos desarrollado el intelecto, tenemos
una tecnología de vanguardia, sin embargo estamos muy lejos de la paz;
las cifras de ansiolíticos, antidepresivos recetadas a miles de millones
de pacientes en todo el mundo, la amplia necesidad de medicamentos
contra el insomnio, las elevadísimas cifras de enfermedades vinculadas a
la tensión en el plano físico como las coronarias, la proporción
epidémica de contracturas musculares, los síndromes del sistema
neurovegetativo que cursan con mareos y taquicardias que invaden los
centros de asistencia primaria, son algunos ejemplos claros de esa falta
de paz.
Sin embargo la paz es nuestra misma esencia, es la
esencia interior. La paz es la esencia del Espíritu, del
ordenamiento interior, del vacío que permite que la plenitud se revele
en nosotros, en nuestras acciones, en nuestras palabras, en nuestros
sentimientos, cuando despertamos a la realidad de nuestra humanidad.
Espiritualizarnos es humanizarnos. Ese es el sentido.
En el silencio quizás más allá de oir podamos escuchar. Detengámonos aunque creamos no
tener tiempo, si nos lo concedemos quizás podamos ver más allá de mirar.
Si escuchamos y vemos, comprenderemos que nuestra propia vida será el más sagrado tesoro.
Eliminar las emociones de apego,
permitiendo acceder a las emociones sublimes, las superiores, entre
ellas el verdadero amor.
Iluminar las emociones es precisamente salir del egoísmo, la
sensiblería, la indiferencia, la evasión, la rigidez y nacer a la
sensibilidad. Es nacer a el amor en nuestro corazón; es así como damos testimonio de
nuestra sensibilidad. Al nacer a nuestra sensibilidad nos humanizamos,
accedemos a nuestra verdadera identidad. Nacer
a nuestra sensibilidad nos permite comenzar a encarnar paso a paso el
amor, ya no como un discurso intelectual que de nada sirve, sino como
solidaridad en acción, cordialidad en las relaciones, honestidad en el
carácter, compromiso responsable con el futuro.
La paz es fruto de un
proceso interior, es la plena aceptación, esa
aceptación conduce a la verdadera identidad, a la del que se acepta tal
como es: único y original. El
nacimiento permanente, el aprendizaje permanente, la fluidez total de la
absoluta confianza en el potencial interior.
Confianza en nuestro potencial humano, es confianza en
la vida. La confianza no es la
ingenuidad de pedir o pretender una vida sin dolor, es la actitud madura
de saber que el dolor nos enseña a valorar lo esencial, nos profundiza,
pule nuestras aristas y nos acerca al Ser. El viaje es largo pero es la mejor
alternativa.
Mi Consulta Psicológica
Ana Luisa López Pérez
Psicóloga
Av. del Puerto Nº 81, Planta 6ª, Pta. 44.
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