LA HUMILDAD
Tenemos grandes sueños y proyectos ambiciosos, pero eso no significa que
no podamos abrazar la sencillez. Sin embargo, en un mundo donde las
personas parecen valer por lo que tienen, en vez de por lo que son,
donde a menudo importan más las apariencias que la esencia, es fácil
caer en las redes de la soberbia, la vanidad y la presunción.
Aún así, no hay mejor adorno para nuestra alma que la humildad. De
hecho, la sencillez es el lenguaje del corazón, es una forma de
expresión directa que no necesita de artificios y que nos permite conectar con los demás desde nuestra esencia, siendo 100% auténticos.
Nos permite tener más flexibilidad mental. Si
adoptamos una actitud humilde, nos convertiremos en aprendices eternos.
Esto significa que siempre estaremos dispuestos a escuchar nuevas ideas
y cambiar las nuestras. De esta forma logramos crecer, porque no nos
apegamos a nuestras ideas o formas de hacer las cosas sino que nos
mantenemos abiertos al cambio. De hecho, a medida que cultivamos la
modestia, nos resulta más fácil aprender de las equivocaciones y
comprendemos que los errores son necesarios para crecer y evolucionar.
Nos libera emocionalmente. Pretender que sabemos todo puede
llegar a ser agotador. Por eso, abrazar la humildad y la sencillez suele
ser liberador. Cuando reconocemos nuestros errores y limitaciones no
estamos mostrando nuestra debilidad sino todo lo contrario, demostramos
que somos personas seguras de sí mismas, personas que se conocen bien y
que no tienen miedo a reconocer que han fallado o que necesitan ayuda.
La humildad enaltece, la soberbia achica.
Nos ayuda a valorar los pequeños detalles. El orgullo siempre
quiere más, nunca se da por satisfecho. La humildad encuentra la felicidad en lo que tiene. La sencillez nos
permite fijarnos en los pequeños detalles y encontrar la belleza en
ellos, nos permite sentirnos agradecidos. Por eso, abrazar la humildad nos permite ser felices ahora
mismo, nos ayuda a sentirnos agradecidos y satisfechos con lo que somos
y lo que hemos alcanzado.
Nos permite conectar desde nuestra esencia. La sencillez
también implica deshacerse de las máscaras sociales que normalmente
usamos en nuestras relaciones interpersonales. La magia radica en que
cuando nos deshacemos de la necesidad de impresionar, logramos
mostrarnos tal cual somos, y eso nos permite establecer un vínculo
emocional más profundo con las personas que nos rodean. De esta manera,
logramos desarrollar relaciones más auténticas, sólidas y duraderas.
Nos permite encontrar la serenidad. Es curioso, pero a medida
que abrazamos la humildad, nos abandona la necesidad de discutir,
imponer nuestra opinión o tener la razón. Cuando no necesitamos que
nuestro ego prevalezca, nos abrimos a otros puntos de vista y
encontramos la serenidad incluso cuando las creencias y opiniones de los
demás son opuestas a las nuestras. Esta nueva forma de abordar las
relaciones interpersonales nos aporta una gran serenidad.
Nos ayuda a ser más empáticos. Solo cuando dejamos ir el
orgullo y la soberbia, cuando dejamos de alimentar nuestro ego, somos
capaces de salir de nuestra perspectiva y ponernos realmente en la piel
de los demás. Por eso, el camino hacia la sencillez también nos ayuda a
ser más comprensivos y empáticos. Eso significa que podemos comprender a
una persona, que podemos compartir sus preocupaciones y experimentar
sus sentimientos, aunque no estemos de acuerdo con su forma de pensar.
Nos hace la vida más fácil. Nos percatamos de que muchas de las cosas que creíamos
necesitar, en realidad no son necesarias para ser felices. Entonces
podemos centrarnos en lo que realmente nos importa, redirigir nuestros
esfuerzos hacia esas cosas que nos hacen felices y nos llenan, esas
cosas que realmente le dan sentido a nuestra vida, en vez de quitárselo.
"Para ser humilde se necesita grandeza".
Mi Consulta Psicológica
Ana Luisa López Pérez
Psicóloga
Av. del Puerto Nº 81, Planta 6ª, Pta. 44.
Valencia, españa. 46021.
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