DIÁLOGO INTERIOR
En mi práctica terapéutica, sí tengo una regla dorada: la responsabilidad de dónde comienza el discurso y hasta dónde va a llegar, es del paciente. Yo acompaño esa iniciativa escuchando, haciendo preguntas, buscando la pauta que conecta ciertos eventos, ofreciendo explicaciones alternativas, imaginando escenarios nuevos, construyendo nuevas narrativas e identidades junto con los pacientes.
Por eso la invitación recurrente es a observarse, los eventos trascendentes de bienestar y malestar de toda la biografía personal. Darse cuenta de qué denota la tristeza, el enojo, la ternura o el amor. A salirse unos minutos de la película personal, congelar la escena y analizarla.
¿Qué papel estás representando, qué palabras dices, qué pensarán de ti los otros, cómo los haces sentir, qué aportas o no a esa película, qué te mueve? ¿La venganza, el amor, la búsqueda de la justicia, la ansiedad, la ambición, el hambre de reconocimiento?
Tiempo de pensar en lo que siento, tiempo para sentirse “sintiendo”. A veces me viene la imagen de un desdoblamiento en dos partes en donde hay una que no siente nada sino que solo piensa o hace o tiene que pensar para saber si siente. Y la otra, que es la que simplemente siente, la que reflexiona, la que vuelve sobre lo vivido, la que aprende de los errores, que por desgracia parece ser la menos presente, la más oculta, la que solo aparece cuando se llega al espacio terapéutico o cuando se logra recordar un sueño y darle una interpretación, o cuando se cuenta con un poco de ocio para reflexionar.
Quizá se llame desconexión emocional esta dificultad para hablar con uno mismo, para compartir con el terapeuta o con el amigo o la pareja estas narraciones de lo que pasa allí adentro, en el mundo de los sueños, de las fantasías, de los deseos, de los miedos y angustias, de los recuerdos, de los ideales por alcanzar.
Decir que está semana no nos pasó gran cosa… Siempre nos está pasando algo por dentro. Muchos dicen que ese mundo interno les es ajeno y desconocido, aunque les pertenezca.
Quizá la aportación de la terapia a la vida de un humano es justamente humanizarlo, ayudarle a reconectar con ese que es y que está lleno por dentro de historias, escenas, recuerdos, proyectos, personajes, cosas que contar. “El universo sentimental”.
Verse es simplemente pausar el día. Preguntarse: qué siento, qué me preocupa, qué está sin resolver, qué cosas he dejado a medias, a quién he lastimado con mi proceder, qué promesas deje sin cumplir, qué sueños he abandonado y quisiera retomar, cuál es el sentido de mi trabajo, de mi paternidad o maternidad, de mi relación de pareja, cómo me estoy relacionando con la gente que me rodea, qué tan generoso o avaro soy afectivamente…
Hay cientos de preguntas que nos permiten vernos, sentirnos, sabernos, mapearnos, conocernos y usar las respuestas como brújula de vida. Solo se requiere de práctica para escuchar lo que nos estamos diciendo y utilizar este conocimiento para hacer sentido del sinsentido que a veces nos parece la vida.
Mi Consulta Psicológica
Ana Luisa López Pérez
Psicóloga Clínica
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Valencia, España. 46021.
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