ALMAS QUE SE AMAN

 ALMAS QUE SE AMAN

 

Hay alguien especial para cada uno de nosotros. A menudo, nos están destinados dos, tres y hasta cuatro seres. Viajan a través del tiempo y de las inmensidades celestiales para encontrarse de nuevo con nosotros. Nuestro corazón los reconoce, estamos unidos por los vínculos de la eternidad y nunca nos abandonarán.

 

Es posible que nuestra mente diga: "Yo no te conozco." Pero el corazón si que le conoce. Él o ella nos cogen de la mano por primera vez y el recuerdo de ese contacto trasciende el tiempo y sacude cada uno de los átomos de nuestro ser. Nos miran a los ojos y vemos a un alma gemela a través de los siglos. Sentimos el vínculo que nos une. También intuimos las posibilidades, el futuro.

La pasión que surge del mutuo reconocimiento libera una tremenda energía. Podemos reconocer a nuestra alma gemela, nos invade de repente un sentimiento de familiaridad, sentimos que ya conocemos profundamente a esa persona, a un nivel que rebasa los límites de la conciencia, con una profundidad que normalmente está reservada para los miembros más íntimos de la familia. O incluso más profundamente.

De una forma intuitiva, sabemos qué decir y cuál será su reacción. Sentimos una seguridad y una confianza enormes, que no se adquieren en días, semanas o meses. Pero el reconocimiento se da casi siempre de un modo lento y sutil. No todo el mundo está preparado para percatarse, hay que esperar el momento adecuado.

Gracias a una mirada, un sueño, un recuerdo, un sentimiento o la terapia regresiva podemos llegar a reconocer a un alma gemela. 

 

El contacto que nos despierta tal vez sea el de un hijo, hermano, pariente o amigo íntimo. O, puede tratarse de nuestro ser amado que, a través de los siglos; llega a nosotros para recordarnos que permaneceremos siempre juntos, hasta la eternidad.

"Siempre había tenido la sensación de que mi vida, tal como la viví era una historia sin principio ni final. Me sentía un fragmento histórico, un pasaje aislado, al que no precede ni sigue ningún texto. Podía imaginarme perfectamente que tal vez había vivido en siglos anteriores y me havía hecho preguntas que todavía no era capaz de responder; que tenía que volver a nacer porque no había cumplido la tarea que se me había asignado."

CARL JUNG

OPINIÓN Y SUGERENCIAS

 

 

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Ana Luisa López Pérez

Psicóloga

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